El colmo hiperbreve

Era un conjunto de maravillas desastrosas: su pelo, su mirada, la forma que tenía de ver el mundo, su risa, su llanto… En fin, era una persona que rozaba la perfección, pero como ya tuve una conversación larga y tendida sobre el amor romántico con Jane Austen, fingí esta vez no querer tirarme a la piscina.


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